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Revista Prólogo

  • Foto del escritor: Eduardo Gimel Tellez
    Eduardo Gimel Tellez
  • 22 sept 2016
  • 3 Min. de lectura

La magia de las redes sociales, al día de hoy ha hecho un papel muy importante en la historia de nuestra comunicación y la manera en que se está realizando la misma. Una ola de cambios resulta ser lo más desastroso para el mundo en el que nos estamos desarrollando al crear la difusión mundial de cualquier tema.



"Las personas de artes convergen y se sintetizan en un abstracto mundo de teorías, creencias y creaciones que, siempre, demostrarán la primera necesidad del hombre: comunicarse."


Con ésta frase comienza "Revista Prólogo", un espacio independiente llenándose de escritores quienes colaboran y llenan sus páginas de letras en poemas, crónicas, ensayos y demás cosas sin sentida para algunos, que para los imaginantes sirve como nave de viaje.


Fotografías de viajeros, alumbran parte de sus treinta páginas haciendo que los lectores se sumerjan en cada línea y erradicar lo reacio a nuevas ideas.




En una oportunidad salimos a caminar con la creadora de "Prólogo" e identificamos gran fuerza y decisión en lo que está haciendo. Una mujer de 20 años recibida de la Licenciatura en Letras Latinoamericanas en Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Entre risas y un par de vasos de cerveza, se conoce a la persona que es y la naturalidad que atañe su forma de ser.


Dentro de su contenido podremos encontrar algo que a continuación les presentamos.


A ti que te vas

Por: Frida Leal


A ti que vas y te rompes dejándome aquí, quieta e inmóvil te diré que la espuma que sale de mis ojos es por la rabia de mi alma, que me tiemblan las manos y el corazón se me hace musgo cuando te vas. Creo firmemente que las marcas de tu cuello y cara son signos de caballería, que nadie ha tenido unas igual. El perfume de tu voz apacigua las aguas de mi boca y que tu sexo erecto, cuando recorre las curvaturas de mis pechos, se pone tierno, se va de lado.

Los dedos de tus pies forman escaleras y me llevan al regazo de tus muslos cubiertos de vellos, que no hacen falta palabras porque me miras. Que ya sabes lo que te pido y por eso me muerdes entre besos, que no te voy a extrañar. Te necesito y por eso te pierdo, que no sé detenerte y por eso te vas. Las horas se hacen largas y no nos duran los momentos, que te quedas aquí, conmigo, incluso cuando te marchas dejando un halo de infinita pureza.

No veo en ti más que perfección absoluta, que no me importa tu tartamudeo ni lo torpe de tu lengua al hablar. No significa nada que no me quieras, que no me molesta que hables de los demás si cuando estás conmigo sucumbes en el borde de mi pecho y te dejas acariciar.

Lo que tocan mis manos es tierra sagrada de lunares y defectos en ese costal de virtudes insólitas y notas tocadas impecables que eres tú. Que tu saliva me desparasita de la tendencia rutinaria de estar ahí sentada, esperándote.

Vas a volver porque tu piel arde de mi, de lo que hago contigo. Que tus pies suplican quedarte y por eso me dices: me voy en un rato, y al rato, me voy al otro rato y así pasan y pasan las horas que estás aquí, horas en la que no dices nada. Sólo te muerdes la boca porque tus impulsos de hombre te imploran: ¡bésala! arráncale la ropa, ya casi te vas.

Me quieres a ratos justo cómo te quiero a ti, que no sabes para qué pero vienes y hacemos de nosotros lo que nos arrepentimos después. Que contigo no hay últimas veces, no existen. Contigo rompo las oportunidades que me doy a mi misma, olvido lo que es ser yo, que todo el alpiste que como de tu mano es aire, es nada.

Todo lo que tú me das es un invento, un invento mío de que me necesitas, y al final no estás porque como siempre te has ido y no volverás.






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