Pantitlán "New underground world"
- Lázaro Ap
- 4 jul 2017
- 3 Min. de lectura
"No sé si la modernidad es una bendición, una maldición o las dos cosas. Sé que es un destino: si México quiere ser tendrá que ser moderno" (Octavio Paz)

5:45 am, no hay nada mejor que iniciar el día con el máximo folklore del barrio mexicano. El corredor alimenticio del metro Pantitlan está preparado para recibir a un sin fin de comensales hambrientos de su primer platillo del día; tacos de carnitas, hamburguesas y papas fritas con el aceite que ya parece sacado de un auto. Una guarnición de cilantro y cebolla, ya sonoriza el golpeteo de un cuchillo sobre la madera, haciendo trozos perfectos. Ah, sin dejar atrás el desayuno al mero estilo "trailero": vaso de unicel a nada de derramarse de café negro y un poco de azúcar, el ya muy típico "pan dulce" y para darle ese toque mágico-diabético, una Coca-cola y para los menos afortunados, una "Red Cola".

Al fin el desayuno está listo. Comprobado todo esto y con la energía a flor de piel, a lo lejos suenan los ritmos más sofisticados y elitistas del barrio en las colonias de la delegación Venustiano Carranza; una cumbia con todo el poder de una bocina ya quemada, suena y alegra a los presentes del lugar intercambiando carcajadas por los recuerdos de la noche de juerga. Mientras todos ellos esperan la gran apertura de puertas, tal cual barata de Liverpool o Sears y como ahora cada vez estamos más "gringos", el Black Friday, se convierte en el ya famoso "BuenFin". Aunque el punto no son las ventas en el subterráneo. Al final del turno, la diversión termina. La gente acelerada por entrar a un vagón y poder tomar asiento en los más cómodos lugares de la bestia naranja, se convierte en una lucha encarnizada por ser el primero en entrar. Golpes, empujones y gritos amenizan las primeras mentadas de madre de un día lleno de aventura. Sin embargo, existimos otro tipo de personas, quienes no corremos con suerte y por la desidia de comprar o no tickets extras, esperaran por interminables filas. Divertido por cierto, mientras esperas estarás enterado del final de la telenovela, las noticias del día o hasta de la chica que está embarazada en la familia, y si corremos con suerte, presenciaremos la transformación de la mujer con pijama a una con vestido y maquillaje de salón. Desde que cruzas los torniquetes, sabes que estás entrando a un mundo distinto, la basura y el olor distintivo advierten el terreno al cual estás por abordar. Humedad, encierro, calor, es algo indescriptible eso que sientes al pisar la estación Pantitlán. El lugar que ves está repleto de humanos, todos ellos subiendo, bajando, otros tanto vendiendo pan, periódico, tacos, sodas. Cada negocio acomodado por local; ellos son los comerciantes establecidos legalmente; de entre tantos, distinguirás a unos orientales que apenas y hablan español pero que se ocupan de una tienda de bolsas y cosas de plástico. Después de una larga travesía de empujones y esquivar gente, al llegar a los andenes siempre encontrarás gente esperando; dónde puedes encontrar las mejores escenas de amor y romanticismo… Al fin llega la bestia naranja "la limosina de los pobres" como le conocen en el barrio bajo, se observa de a poco que las personas se amotinan unas sobre las otras pareciera un amor fraternal en la entrada y cuando las puertas se abren, es como si el vagón vomitara humanos. De pronto una voz forzada, como canto celestial pero de un "panzón policia“, expresa: ¡Deje salir antes de entrar! quienes intentan mantener el orden en los andenes. Como el cuarto círculo de la Divina Comedia de Dante: sin cesar, todos los pecadores chocan y se empujan unos con otros. Hemos creado una novela para el ingreso al metro y poder llegar a nuestro siguiente destino, lástima que este tipo de historias no tengan final así que es un orgullo para ustedes para traerles las historias de una gran ciudad como esta.
Comments