top of page

El México Caótico

  • Foto del escritor: Eduardo Gimel Tellez
    Eduardo Gimel Tellez
  • 1 sept 2016
  • 2 Min. de lectura

El mexicano puede doblarse, humillarse, "agacharse" pero no "rajarse", esto es, permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad. (Octavio Paz) La Ciudad de México está caracterizada por lo caótica que es para vivir en ella. Esa fusión elitista por llamarle de alguna forma a la fusión de los ricos con los pobres. La cual podemos encontrar en la mezcla de estos. El intercambio cultural hace de ello, una especie de exposición interactiva en un museo al aire de la misma Ciudad. Fines de semana con demasiada movilización, familias que buscan el “desestresón” de una semana tan dura como el trabajo en el que están sumergidos. Calles y avenidas cerradas por la nueva moda en que los “chavos” sacan su bicicleta y tienen oportunidad de rodar de un punto a otro de la Ciudad, volviendo locos a los transeúntes y conductores que tienen prisa por llegar a ver un partido de fútbol a quien la otra mitad de la población mantiene encerrados en su hogar o en un estadio. Para los días entre semana, la verdadera emoción está dentro del Sistema de Transporte Colectivo tipo Metro. Calor humano, abrazos fraternales y otros más bien morbosos; son las caricias más famosas en todo tipo de transporte que se usa día a día para llegar a la oficina “godin”. Comerciantes con una bocina más grande que la del estéreo de tu casa, vendiendo los temas más sonados en el “antro” o los ritmos que pondrán a bailar una buena “peda” en tu casa. No cabe duda que tenemos una Ciudad fantástica, tocando el tema de su gastronomía. El sabor en los puestos ambulantes de comida no sería lo mismo sin el smog que atañe el aire respirado por los capitalinos o la tierra que barre el puesto de costado para recibir como se debe a los comensales. Las cantinas, lugares donde hasta el más macho llega a desahogar sus penas. La convivencia al cruzar las puertas de un lugar tan mítico como lo es una cantina, se hace tan natural que todos podrían ser amigos fraternales. Intercambio de historias, unas más viejas que otras pero innumerables anécdotas en cada una de las sillas de un lugar así. Música de mariachi o los tríos que hacen recordar la época de los abuelos. Y así nos podríamos pasar horas platicando de una de las banquetas de nuestra colorida Ciudad, sin embargo tendremos que dejar esto en suspenso para poder atraer su atención y en espera de más. Mientras la vida no termine, en México, la diversión no se agota.

Comments


Featured Review

© Todos los derechos reservados

  • Grey Facebook Icon
  • Grey Twitter Icon
  • Grey Google+ Icon
bottom of page